¡Hola gente
linda! ¿Cómo les va?
Los últimos días un sinfín de ocupaciones me han mantenido alejada del portal.
Les cuento que la semana pasada, precisamente el miércoles, llegaron a Tuya,
Jesusa Pardo con sus cinco nietas: las mellizas de dos años (Ami y Laura),
Ámbar de cuatro, Leoní de seis y Agostina de nueve; viajaron en el auto con el
abogado de Loly (Graziano). En el camión de Raúl vinieron Idalia Sosa con sus
tres hijas: Marlene de un año, Nathalie de seis y Sofía de ocho. Se pueden
imaginar el impacto que causó este nombre en la tía Loly, porque así se llamaba
la hija que perdió. Las ocho criaturas ¡son preciosas!, parecen esas nenas que
salen en las revistas costosas y paquetas; traían ropita estropeada pero
estaban impecables. Todo el pueblo se había congregado para recibirlas; hubo
tortas, chocolate, música y globos.
Ya están instaladas en la casa de la loma, a la que ellas bautizaron “La
Milagrosa”. ¡Están muy felices! Las observo y me hace bien verlas tan
contentas, aunque nada de todo lo que tienen ahora, les va a compensar lo que
perdieron humanamente.
Los placares de las nenas revientan de ropa; recibieron muchísimos regalos de
indumentaria de excelente calidad, pilas de libros de cuentos y juguetes. Ya
tienen varios amiguitos. ¿Se imaginan?, entre el médico (Selvio) que tiene seis
hijos y los siete hijos de “Condorito” Reel y Pepa Duarte suman trece chicos.
Selvio se portó como para que le ponga un más diez, porque se ocupó de revisar
la salud y las vacunas de todas las nenas y también de Jesusa y de Idalia; la
primera tiene alto el ácido úrico y la segunda el colesterol.
Las nenas tienen un montón de abuelos postizos; Frida Puelza las llevó al hogar
a tomar el té con masas, obvio que fuimos muchas personas más. Los abuelos no podían
con la emoción que les despertó el caso y las nenas en sí. Repito: ¡son
bellísimas!, parecen muñecas.
¿Se acuerdan de Rosita Aubrum, mi prima que vive en Buenos Aires? Ya les conté
que ella no puede tener hijos. Se hizo un viaje a Tuya con su marido Hernán y
trajeron una camioneta cargada de juegos infantiles para las nenas: tobogán,
calesita, sube y baja y varias cosas más. La nombramos madrina de “La
Milagrosa”, sé que a ella le va a hacer mucho bien, así como a las personas que
viven en esa casa. Hernán está enloquecido con las nenas, percibo que le duele
la imposibilidad de ser padre. Por ahí quizás alguien opine: “y… ¿por qué no
adoptan?” No es sencillo, no solamente por los trámites, sino porque además hay
que estar muy preparados para criar a un niño concebido por otros padres. Uno
siempre se busca en el hijo propio y éste, en algún momento tratará de hallarse
o verse reflejado en sus padres, digo, es un ejemplo chiquito. Hay que tener
claras y asumidas muchas cuestiones antes de decidir adoptar; un niño no es un
paquete, es un ser humano que no se debe comprar ni con dinero ni con
influencias y tampoco adoptarlo por el hecho de escuchar que les digan mamá o
papá. Para adoptar un hijo, hay que hacerlo con el corazón y la verdad. Si nos
imaginamos a un niño adoptado que desconoce su origen porque se lo ocultaron,
entonces, como dice Selvio: “esos padres incurrieron en la negación de una
parte de su ser, que le pertenece de forma inalienable”. Un día cualquiera, ese
chico se observa en el espejo y se da cuenta que si en algo se parece a los
padres que considera propios, es solamente en los gestos adquiridos; algo en su
interior comienza a bullir y a quitarle la paz. Hay cosas que genéticamente se
transmiten de padres a hijos, cosas intangibles como la risa, los gustos, las
miradas y muchas cuestiones más. Nunca voy a poder entender a aquellas personas
que le venden gato por liebre, a un ser que dicen amar. Ser madre o padre es
una cuestión de actitud, más que de óvulos y espermatozoides.
En un momento en que me quedé a solas con Rosita, me dijo que de haber sabido
sobre las nietas de Jesusa, hubiese hablado con ella para proponerle criar a
una. Me quedé de una pieza y le pregunté: “Si hubieses podido, ¿a todas, no?”.
“¡Nooooo!”, me soltó casi espantada, “¿qué hago con cinco nenas?”. “¡Y la
abuela!”, le agregué sarcástica. Le di un buen sermón a mi prima porque no se
le ocurrió pensar en el acto egoísta de separar a esas hermanitas entre sí y de
su abuela; ¡pobre Jesusa!, ellas son lo único que tiene. “¡No es justo!”,
rezongó Rosita, “¡Dios le da pan a quien no tiene dientes!”. La miré pudiendo
comprenderla a pesar de lo que había dicho y le contesté que Dios suele poner
en nuestras mochilas, aquello que necesitamos para trabajar nuestra alma y
nuestra conciencia; a veces las cosas que no tenemos son las que nos ayudan a
hacer ese trabajo. Sé que mi prima sería una madre fabulosa, pero noto que le
falta mucho crecimiento interior y encontrarse primero a ella misma, para tener
la fuerza de ocuparse de otro que, tratándose de un niño, trae un bagaje
complejo y desconocido del cual, debemos ir quitando con amor todas las capas
superfluas hasta encontrar al verdadero ser. ¡Ya me fui por las ramas!
El día que llegaron las nenas, Tamara y Pilar (las amigas de Marianita) y la
misma Marianita, se disfrazaron de payasos e hicieron títeres. ¡Toda una fiesta
para las pequeñas y los demás chicos de Tuya!
Florencia ayuda en el aseo de las nenas y les narra infinidad de cuentos. Ringo
Walter consiguió bicis nuevas para las más grandes y triciclos para las más
chiquitas.
Para cerrar este tema, diré que estoy feliz de que la buena acción que tuvo
Graziano, pudo enlazarse con la disponibilidad material y humana que todos
podemos dispensar en Tuya, a esas mujeres y niñas.
El viernes a la mañana llegaron Lucrecia Boris, su hijo Taty y la pareja de
éste, Facundo. Raúl me decía que Facundo le parecía poco espabilado para
“manejar” semejante “camión”, tal le pareció la hermosa Taty. Mi picardía me
hizo guardar silencio respecto a la verdadera condición sexual del hijo de
Lucrecia. Mi marido tardó varias horas en saberlo y cuando se enteró se
atragantó con el bife de chorizo que estaba comiendo; fue en el momento en que
Taty dijo que para fin de año se operaba. Él preguntó de qué, el-ella le contó
y Raúl casi se infarta. No habló más, aunque no pudo dejar de mirar a Taty el
resto del almuerzo. Cuando Raúl y yo quedamos a solas, me soltó como si fuese
un sapo que le salía de la garganta: “¡Es puto!”. “Y eso, ¿qué?”, le pregunté
mientras lo miraba ceñuda. “¡Es que yo no puedo aceptar el cambio del mundo,
Fianza, todo va muy rápido para mí!”, me confesó confundido y angustiado. Le
dije que lo entendía, que hay mucha gente que no puede asimilar nuevas formas
de encarar la vida, las nuevas integraciones de pareja, etc., pero que me
parecía que por su propio bien debía flexibilizarse, porque si seguía con esos
conceptos rígidos se le iba a quebrar el ánimo por la vida (eso se lo escuché
decir a Astrea, cuando hablaba con Loly). Al final, mi cachondo es un divino y
aflojó bastante, incluso hasta bailó con Taty en la reunión del club; eso sí,
transpiró como un condenado.
Lucrecia consiguió una casita que está un poco más allá de donde vive Astrea
Maier; ellas se conocieron en el mercado y parece que sus almas tienen mucho en
común, creo que van a ser muy buenas amigas. Después de la compra, a Lucre le
quedó dinero y le alcanzó para comprarse un Fiat Palio usado, en perfecto
estado; Ringo Walter le hizo de puente con el vendedor.
Otro que se quiere venir para Tuya y que ya le ha echado el ojo a Lucrecia, es
Graziano; ella también anduvo embobada con él y en el club bailaron toda la
noche; es más, se volvieron a Buenos Aires todos juntos. Acá no tenemos abogado,
así que si quiere venir estará entre amigos; además, si hace pareja con
Lucrecia, en la casa de ella hay lugar de sobra para los cuatro, porque Taty y
su amor se instalarán en Tuya.
¿Se acuerdan de Nemesio Cárdenas? Él hace treinta años que anda de novio con
Mariquita Oyarán; a veces está eufórico y otras, se deprime mal. El sábado por
la noche en el baile, Nemesio estuvo ¡pum! para arriba con su ánimo y se bailó
todo. Mariquita tuvo un berrinche en el que intercedí porque estaba re-celosa
de Idalia Sosa. Sucede que esta mujer a pesar de sus tres embarazos, tiene
muchísima belleza física y además es muy dulce. Pero no pasó nada, no existió
ni el mínimo atisbo de provocación de parte de ella hacia Nemesio, ni éste le
dispensó más atención que la necesaria. El tema es que Mariquita está re-contra
frustrada con un noviazgo que apunta a ser eterno. Entre los dos les regalaron
a las nenas, pilas de zapatillas y zapatitos. Un más diez para ambos.
El padre Américo no se perdió nada; es muy jovial y buena onda, así que estuvo
compartiendo todo con todos y bailó hasta quedarse rengo. Está encantado con
las nenas y habla mucho con Jesusa.
¡Les cuento!... Vino una prima de Ringo Walter de Bahía Blanca, se llama Serena
Maus, tiene 22 años y es maestra. Se puso de novia con Gonzalito, ¡ese chico
está en el aire!, ¡totalmente idiotizado! Serena es una modelito, morocha, ojos
azules, alta, espigada, se ríe y yo no puedo evitar sonreír porque tiene magia
en esos labios.
Parece que Álvaro Contreras, mi amigo el policía, quedó encandilado con Idalia
Sosa, pero ella tiene mucha pena para aceptar un nuevo amor. Pienso que es
mejor así, al corazón hay que darle tiempo a sanar, para que pueda andar
liviano; si entre ellos tiene que haber algo, lo habrá, tiempo al tiempo.
Les cuento que aunque parezca mentira, comencé a leer ese librito que me prestó
Astrea, que se llama “Muchas vidas, muchos maestros” y estoy conmocionada
porque se refiere a personas que aparentemente han vivido en otros cuerpos y
otras épocas, obvio. La verdad, a veces me da por llorar; pienso, no sé, o yo
estoy en medio de gente que se chifla y dice y escribe boludeces o estuve
dormida como una marmota y no me enteré de qué se trata el mundo y la vida. Si
es cierto que uno vive muchas veces, ojalá esté la opción a elegir, así yo
pediría casarme otra vez con Raúl, tener los hijos que tengo y ser parte de
este maravilloso Tuya. Por otro lado, razono: Uno va por la vida, se manda mil
macanas y cuando se muere, o va al cielo o al infierno según el comportamiento
(esa es la teoría que me aprendí de chica). En cambio, esta idea de volver a
vivir hasta aprender a ser bueno, me parece muy trabajosa y requiere más
responsabilidad, porque todo lo que se hace mal hay que volverlo a hacer bien
en otra vida. ¿Y yo qué hago ahora con todos los despelotes que me mandé? Hablé
un poco del tema con la tía Loly y me dijo que la “reencarnación” (así se dice)
existe.
Ahora que menciono a Loly, les comento que fue a hablar con Terry (el ermitaño)
y se han hecho muy amigos. El otro día lo invitó a tomar mate a casa, pero a él
se ve que le daba un poco de “asquito” la bombilla, eso de andar chupando
colectivamente de un cilindro de metal no le va; tomo té.
Me hago la gallina distraída pero me parece que algo se está gestando entre
esos dos. ¡Se miran de una manera! Terry es un hombre muy tierno y muy culto.
La tía me contó muchas cosas sobre él, luego que yo le dije lo que había
averiguado por mi cuenta. Todavía me parece de película que puedan existir esas
cosas que me dicen; me pregunto cómo pude vivir en la idea de un mundo tan
simple y diferente al que ellos se refieren.
Terry es o fue, un científico que huyó porque no quiso hacer algo que era malo
para la humanidad. Su mujer murió en un extraño accidente de tránsito, luego de
que él se negara a trabajar para el gobierno. Para extorsionarlo, la policía
especial les dijo que tenían secuestrada a su única hija, Mía, de 26 años. Él
le contó a Loly que escapó y se refugió primero en Chile y después en Tuya,
porque sabe que lo de su hija secuestrada es mentira y también tiene claro que
ella no regresará jamás, porque fue “abducida” (creo que se dice así) por los
extraterrestres “grises”; sostiene que eso pasó frente a sus ojos. Me acordé de
la película que vimos con Marianita y nos llenó de pánico a pesar de que la
tomamos meramente como ficción, ahora no sé qué pensar. A Terry ni le creo ni
dejo de creerle. Tengo una ensalada bárbara en la cabeza. Loly me dijo que
cuando yo pueda digerir todos los datos que estoy recibiendo, ella me contará
muchas cosas que me van a sorprender.
La tía Loly, Terry, Astrea y Lucrecia, van a reunirse dos veces a la
semana a hablar de esas cosas que a ellos les apasiona.
Raúl dice que basta un chiflado para enloquecer al resto, pero aunque a mí me
cueste entender ese nuevo mundo que me pintan, se me ocurre que algo debe haber
de cierto en todo eso, eso sí, no sé hasta qué punto.
Pasando a otra cosa, el edificio de cooperativas ya tiene su estructura
edificada hasta los dinteles, en poco tiempo más tendremos un centro comercial
modelo, sin lujos pero integrador y con un ambiente de negociantes honestos y
transparentes en todo.
¡La frutilla del postre! Dudé un poco en contárselos hasta no tener claras las
cosas, pero la idea no es decir lo que me parece, sino compartir las máximas
experiencias posibles, así que decidí soltarlo. Anoche, mientras todos dormíamos
(serían más o menos las dos de la mañana), me levanté a tomar un vaso de agua y
pude oír un silbido muy agudo y luego un rechinar de metales (eso me pareció).
No vi nada de nada por las ventanas. Esta mañana cuando salí al porche, me
encontré con un perrito que es una miniatura, temblando de frío. Parece un
chihuahua, pero lo raro son los ojitos similares a los de los gatos y además,
tiene un defecto en las cuatro patitas porque le faltan dos deditos en cada
una. Me llama la atención porque en Tuya nadie tiene perros chiquitos y además
nunca se nos ocurriría abandonar a un animalito; por otro lado no escuché
ningún auto y para llegar al pueblo hay que andar mucho trecho porque estamos
entre las sierras. No sé qué hacer. ¡Lógico que lo alimenté y le puse una
cajita con frazaditas, pero no quiero encariñarme sin saber de dónde viene!
Después de las horribles sospechas que me surgieron con el tema de Mordelo
(influenciada por la hipótesis de Terry), no quiero arriesgarme y ser parte
involuntaria de un plan perverso, por el solo hecho de tener la capacidad de
amar y de cuidar a un animalito, que bien pudo haber sido deliberadamente
abandonado.
Marianita y sus amigas se pusieron a ver una película en casa; de pasada, yo
miraba las imágenes en la pantalla del televisor y cuando la curiosidad me picó
lo suficiente, ya estaba finalizando. Les pregunté qué tema trataba el film y
Tamara me contestó que era sobre “Los juegos del hambre”; agregó que ella había
leído el libro y le parecía más completo que la película. Me quedé pensando:
¿qué cosa tan tremenda es eso que haya juegos del hambre?, ¡suena horrible!
Cuando las chicas se fueron, me acerqué a Marianita para que me explicase más;
ella me dijo: “¡Mirá la peli, má, te va a despertar un poco!”. ¡La vi! Después
salí a caminar por el pueblo, necesité ver la cara de mis vecinos y amigos,
tocar los árboles, sentir el sol, la paz, la alegría y la libertad. Amé Tuya
con más intensidad que nunca. No concibo la idea de vivir bajo las reglas
espantosas que proyecta esa película. Me pregunto si algo así podría suceder
realmente.
En Tuya no hay escasez de cosas, incluso tenemos una oleaginosa y un molino
harinero, pero sé que en los pueblos cercanos faltan alimentos: azúcar, harina,
aceite, etc. Loly dice que está hecho a propósito para psicopatear a la gente y
que entren a bajonearse de a poco. “¿Para qué?”, le pregunté y ella me dijo que
considera que hay tal perversidad en los poderes, que dentro de la finalidad de
un plan escogido mundialmente, cada gobernante puede jugar con su pueblo en
formas caprichosas y diferentes. ¡Me resulta imposible aceptar la creencia de
una cosa así! Sin embargo, poco a poco voy descubriendo que Loly sabe un montón
de cosas cuyo asidero es respetable.
Bueno, amigos, los dejo. ¿Qué sería de mí, sin Tuya, sin la gente que me rodea
y sin ustedes? ¡Agradezco a la vida por todo esto!
Les dejo un abrazo virtual, toda la luz de mi alma y el calor de mi corazón.
¡Hasta pronto!
Fianza Menditelli
PD: Estoy por salir hacia lo de Rogelio Bequer (el veterinario), voy a llevar
al perrito que apareció en la puerta de casa; lo bañé y lo perfumé. Le armé un
saquito con un trozo de manta polar porque no tiene casi pelo y tiembla de
frío. ¡Voy en la camioneta! ¡Sí, señor, aprendí a manejar! Bueno, mucho mucho
no sé, pero ya no hago papelones como al principio. En segunda y a paso de
hombre, puedo saludar a todos con la mano y de paso quiero que me vean para que
sepan que no soy tarada y pude aprender. Los quiero llevar, porque algunos van
con chicos o cargados con bolsas, pero nadie acepta, me dicen: “¡No Fiancita,
gracias! ¡Vamos acá nomás, gracias, gracias!”. ¿Qué acá nomás? ¡Si yo sé que
viven por la otra punta del pueblo! ¿Tendrán miedo de que me choque algo?
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