En un país muy hermoso, reinaba una mujer inteligente y perversa; carecía del don del amor.
Cada mañana se asomaba a la torre donde gobernaba. Sintiendo su gran poder, se henchía de soberbia.
Ocurrió un día que halló las calles desiertas. El pueblo oprimido, deseoso de manifestar su palabra y reivindicar la libertad, la había abandonado. Solo permanecían allí, el verdugo de la corte y un anciano muy sabio. Éste halló a la reina enfurecida y trató de hacerle ver sus errores que la condujeron a aquella lamentable realidad. Ella, enceguecida de rencor, lo mandó decapitar.
María Inés
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