Mi ser reclama esas instancias
indeclinables
en que cansada de océanos y
banderas
siento tu hombría agolpándose en
mis manos
Respiro el aire nocturno de tus
ojos calmos
y es ese aroma tuyo, con resabio
a luna
que me acuna cuando estoy entre
tus brazos
Trémula de amor, exhausta,
tiemblo
en las dunas celestes de tu piel
callada
y rendida nace mi luz por
adorarte
El vino del amor pleno de uvas
castas
le inventa soles a la herida del
crepúsculo
y desde el borde de tus besos
florecen amapolas
Cuando me besas el mundo sabe
dulce
a flores rojas, puras, y jacintos
encendidos
y es imposible, querido, no
desear amarte
Eres trovador que enciende mis
pupilas
eres mi vida, mi mejor sendero
ruta y destino, mi gloria y mi
baluarte
Tú y yo, mi vida, tiernos
peregrinos
¿qué más haremos en esta loca
vida?
¡amarte, amarnos y nuevamente
amarte!
María Inés
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